... recibida en un comentario de la entrada anterior.
No se escandalicen, no es el único de su profesión que ha defecado cerca de mí el residuo de lo que constituye su alimento habitual.
No me han amilanado aquellos que lo hicieron de esa guisa estando presente, de los que podría dar si hiciera falta, nombre y apellidos, y momento, como para que me amilanen los cobardes que se amparan en el anonimato. Seré yo quien decida cuándo, cómo y porqué haya terminado mi trabajo, igual que hice cuando lo comencé.
No se moleste ninguno de ustedes en enviarme ánimos ni excusas por que ya estoy curado de espanto sobre el asunto desde los comienzos. No administraré comentarios de esa guisa en esta entrada. Tampoco aquellos que contesten al aparejo su comentario en la anterior. Quedará allí y aquí enmarcado para muestra.
Supongo que ahora se entenderá mejor aquello que decía en la entrada anterior de que nunca les perdonaré a los del silencio de años, y menos aún a sus mentores. El hacer frente a las mentiras ha propiciado defecaciones de los cobardes que se amparan en el anonimato. Pero el silencio de aquellos a los que me refería en la entrada anterior es peor. Propicia y alienta la muerte civil entre la comunidad a la que se ha dirigido mi trabajo. A Gangas ni agua. Es un traidor. No existe para nosotros. Son los fariseos que predican con el código de deontología en la mano.
No pretendo repartir la mierda sobre todos, y menos aún la sospecha, pero sí quiero dejar aquí la muestra del elaborado subproducto para que se vea públicamente la guisa del aparejo, reparta su agradable olor por su periferia, y se sepa lo que piensan algunos de su profesión sobre mi trabajo y mi persona. He aquí el comentario, y si se pasan por la entrada y leen los comentarios dentro de la misma, averiguarán el contexto en el que se realiza:
No se escandalicen, no es el único de su profesión que ha defecado cerca de mí el residuo de lo que constituye su alimento habitual.
No me han amilanado aquellos que lo hicieron de esa guisa estando presente, de los que podría dar si hiciera falta, nombre y apellidos, y momento, como para que me amilanen los cobardes que se amparan en el anonimato. Seré yo quien decida cuándo, cómo y porqué haya terminado mi trabajo, igual que hice cuando lo comencé.
No se moleste ninguno de ustedes en enviarme ánimos ni excusas por que ya estoy curado de espanto sobre el asunto desde los comienzos. No administraré comentarios de esa guisa en esta entrada. Tampoco aquellos que contesten al aparejo su comentario en la anterior. Quedará allí y aquí enmarcado para muestra.
Supongo que ahora se entenderá mejor aquello que decía en la entrada anterior de que nunca les perdonaré a los del silencio de años, y menos aún a sus mentores. El hacer frente a las mentiras ha propiciado defecaciones de los cobardes que se amparan en el anonimato. Pero el silencio de aquellos a los que me refería en la entrada anterior es peor. Propicia y alienta la muerte civil entre la comunidad a la que se ha dirigido mi trabajo. A Gangas ni agua. Es un traidor. No existe para nosotros. Son los fariseos que predican con el código de deontología en la mano.
No pretendo repartir la mierda sobre todos, y menos aún la sospecha, pero sí quiero dejar aquí la muestra del elaborado subproducto para que se vea públicamente la guisa del aparejo, reparta su agradable olor por su periferia, y se sepa lo que piensan algunos de su profesión sobre mi trabajo y mi persona. He aquí el comentario, y si se pasan por la entrada y leen los comentarios dentro de la misma, averiguarán el contexto en el que se realiza:
Anónimo28/3/18 22:31
Gangas Traidor, retirate de una vez y deja de ser un hipocrita.