Libre te quiero
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Pero no mía.
Grande te quiero
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Pero no mía.
Buena te quiero
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Pero no mía.
Alta te quiero
como chopo que al cielo
se despereza.
Pero no mía.
Pero no mía.
Blanca te quiero
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
Agustín García Calvo
(musicada por Amancio Prada)
(musicada por Amancio Prada)
Me gusta ese texto, me gusta.
ResponderEliminarLo suelo sacar a pasear también.
¡Bien por traerlo acá!
Qué magnífico cuando todo amigo, compañero, amante, y por encima de todos, padre, lo sienta y lo ofrezca de esta manera.....
ResponderEliminarDe momento es estupenda la inspiración de esta poesía y estupendo que haya quién la difunda
arv
Este poema es precioso, y no me daja de interrogar, ya que en los poemas místicos el protagonista se tiende a fundir en el amado, y aquí es una explosión hacia afuera.
ResponderEliminarQuizá el amor más sincero, sea así eso que llamamos amistad.
Muchos abrazos desde el arroyo querido amigo.
Me gusta el poema. Es algo así como:
ResponderEliminar"Te quiero como eres, te acepto como eres, siendo lo que eres, porque así ha de ser"
No olvidemos que el poema es original de Agustín García Calvo
ResponderEliminarGracias Carlos, ahora lo incluyo, está claro que no es suficiente con el contenido del paréntesis.
ResponderEliminarTwitteo de vez en cuando tus entradas, las poéticas, las fotos, etc.
ResponderEliminarEspero que no te moleste, si no quieres, hazmelo saber.
Un abrazo
Este es el poema completo sin adaptaciones:
ResponderEliminarLibre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que al cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
ResponderEliminar¡Salud, maestro!