Todo comenzó allá por un nublado día de noviembre del 2006… aunque podríamos decir que los inicios reales se remontan a muuuucccchhhhoooo tiempo atrás, ya que la sombra del MIR es alargada y te alcanza ya al empezar la carrera, pero en esos momentos es una entelequia que no te preocupa demasiado, tú estás a lo tuyo: a conseguir los huesos para las prácticas de anatomía, a chapar el Guyton… en fin. Ya lo has decidido, después de mucho dudar y preguntar a pepito y fulanito has pensado que sí, que vas a hacer la primera vuelta de CTO y lo afrontas con miedo, pensando si serás capaz de abarcarlo todo, pero también con mucha ilusión y muchas ganas. Ese primer día que vas a la academia y le sueltas el fajo de euros a la secretaria se te ponen los ovarios de pajarita y ya empiezas a comerte la olla: “¿Me servirá de algo empezar tan pronto? ¿Tendré tiempo para dedicarle a esto? ¿Todo el esfuerzo que están haciendo mis padres para pagarme la academia dará sus frutos?” Por cierto, en la vida había visto yo tanto billete junto como el día de la reunión de la CTO, allí billete pa’arriba y billete pa’abajo como si fuesen cromos del Pokemon!!!
Haces tu primer simulacro nada más empezar la primera vuelta y mientras estás allí haciendo el tonto, porque no tienes ni puñetera idea de nada te da la risa tonta y piensas: “joooooddddeeeerrrr, menudo nivelazo tengo, está esto como pa’ que cualquiera venga a ponerse en mis manos!!!!” Qué pena más triste, dios mío!!! seis años de carrera, miles de horas de clase, millones de prácticas y no sabes casi ni si los ojos están en la cara… muy, muy triste. Evidentemente haces un churro, pero tú a lo optimista: “Bah, hombre, no pasa nada, tengo un año y pico para mejorar y malo será”. Los primeros meses son un “sí, pero no”, sabes que tienes un planning por ahí maravilloso que cumplir y que deberías ir adelantando cosas, pero tampoco tienes demasiado tiempo y aún lo ves muy lejano, ahora tus preocupaciones son otras: preventiva, derma, médica III… ese sexto de medicina que para mí tiene su aquel. Es cierto que fue un curso que todos fuimos sacando, pero había que estudiar tanto como cualquier otro año de la carrera, o al menos yo tuve que hacerlo. Así que como estás bastante hasta arriba te conformas con poco, con ir a clase los sábados, quedarte a hacer los simulacros, repetirte que no son representativos y que vas a mejorar la leche cuando empieces con la segunda vuelta y dedicarle un ratillo al MIR cuando puedes, te parece que ya estás haciendo algo. Luego descubres que lo que has hecho es una mierdecilla pinchada en un palo y que probablemente habrías sacado lo mismo empezando en junio, pero no me arrepiento de haberlo hecho así. Creo que lo importante mientras lo estás preparando es hacer lo que te da tranquilidad, ya sea pasear los libros de la academia o hacer encaje de bolillos, eso al gusto del consumidor y a mí sí me ayudó a estar tranquila haber empezado desde el principio y hombre, algo sí hice, intentaba sacar ratillos para leerme algo siempre que podía, además tener las clases de la primera vuelta está bien para cuando te pones en serio. Los meses van corriendo, algo, algo mejoras, pero poca cosa y antes de que te des cuenta se ha acabado sexto, has acabado la carrerita de marras y ahora toca agarrarse los machos y al toro.
Esos treinta o cuarenta compañeros de clase que tenías se han multiplicado y en la segunda vuelta está allí hasta el Tato… se supone que tú vas con ventaja, que ya has tenido tu primer contacto con la MIRicina y que sabes de que va esto, así que haces tu primer simulacro de la segunda vuelta y… oh, sorpresa!!! Resulta que sigues sacando lo mismo de siempre y que encima los nuevos no tienen un pelo de tontos, pero tú sigues a lo optimista: “Bah, esto no es representativo, es que claro, en junio tuvimos los exámenes y claro, no miré nada de la academia, pero ahora ya me voy a poner a tope y voy a mejorar…”
Yo tuve muchísima suerte, porque lo preparé con mi mejor amiga, una chica genial, que no me agobia para nada y nos ayudamos la una a la otra, el día que una estaba tonta la otra tiraba del carro y entre las dos fue muchísimo más llevadero. La verdad es que la segunda vuelta me resultó mucho menos dura de lo que había pensado, te haces tu rutina, te centras, estás a lo que estás y no a otras tonterías y se va llevando bastante bien. Nosotras estudiábamos en una biblioteca donde casi todos éramos opositores, así que cada loco con su tema y listo, allí aprendí que hay oposiciones muy, pero que muy duras y que lo nuestro a su lado es miel sobre hojuelas. Claro que a cada uno le llega con lo suyo y que el ritmo de estudio del MIR no es el mismo que el que tiene otra persona que prepare por ejemplo judicaturas, pero al lado de esos “megaopositores” me sentía una privilegiada con mis manuales y mis desgloses. Yo sería incapaz de hacer lo que ellos hacían (y siguen haciendo), no podría soportar esa presión ni de coña. El verano se me pasó muy bien, vale que estábamos todo el día encerradas y que estudiábamos unas diez u once horas al día, pero también hacíamos nuestros descansos y dábamos nuestros paseos por el campus, que se agradecían muchísimo. Era una mezcla de vida militar-monacal, con una rutina férrea que no nos saltábamos por casi nada, pero a mí no me amargó en absoluto y puedo decir que fueron unos meses donde estaba bastante tranquila y hasta feliz, porque realmente me gustaban todas las asignaturas y notaba que estaba aprendiendo a estudiar de otra manera, a relacionar las cosas y a trabajar con esquemas, cosa que no sentí en casi ningún momento de la carrera.
A mí el MIR me sirvió para mucho, para muchísimo, en primer lugar para asegurarme de que me gustaba la medicina y de que quería dedicarme a esto, porque durante los seis años anteriores lo dudé muchas veces y me arrepentí muchas otras de mi elección. No sé como será la carrera en otras facultades, pero en la mía es bastante desesperante y al final creo que todos, desde el primero al último de la promoción estábamos hasta los testes y los ovocitos, según el individu@, de ella. Pierdes horas y horas chapando datos inútiles que olvidas enseguida y no te sirven para nada, es una forma de estudiar “bulímico-compulsiva” que termina cuando llegas al examen y vomitas en un folio todo lo que has engullido atropelladamente las semanas anteriores y después de eso no queda casi nada útil y las prácticas terminan por hundirte, porque eres un mueble más de la consulta o un apéndice más del médico de turno y eso día tras día quema. Todo esto son percepciones subjetivas claro, seguramente exagero y tengo mucha responsabilidad en esto, porque mi formación depende sobre todo de mí, pero es muy duro esforzarte tanto para salir de la facultad y no tener ni zorra de nada. Aunque a lo que estamos es al MIR, te decía que me resultó muy útil por las cosas que aprendí de medicina y por otras. Es un reto, una carrera de fondo donde descubres que la constancia y el trabajo pueden con casi todo. Es una pasada lo que el cuerpo y la mente son capaces de hacer cuando los fuerzas y sinceramente, creo que saques lo que saques tienes que sentirte orgulloso del trabajo que has hecho, de madrugar todos los días, de aguantar hasta el final sin rendirte, de pasar del cansancio y de dar lo mejor de ti mismo, de dar tres cuando te piden tres, dar ocho cuando te piden ocho y dar veinticinco si hace falta.
Claro que te jode no poder ir a la playa, ni a un concierto, ni quedar con la gente, ni hacer tantas y tantas cosas, pero sabes que sólo son siete meses de tu vida y que cada cosa tiene su momento, ahora es el momento de estudiar y toca… pues, estudiar. Ya llegará el momento de descansar. Además por fin empiezas a subir en los simulacros, poco a poco eso sí, pareces un pingüino con artrosis en tu ascenso hacia la cima MIR, pero ahí estás y como ya sabemos tus pensamientos siguen siendo: ”Bah, bueno, esto no es representativo, ya mejoraré la releche cuando me lo haya mirado todo, es que aún me faltan muchas asignaturas por estudiar…”
Y de ánimo pues bastante bien, porque cumplir con tus objetivos te hace estar tranquilo, sabes que estás haciendo lo que puedes, vale, que siempre se puede hacer más, pero el tema está en hacer lo suficiente para conseguir lo que quieres y si lo que quieres es ser médico, como era mi caso, tampoco es un imposible. Quiero decir que a mí me gustan muchísimas especialidades y familia es una de mis primeras opciones, así que no tenía esa ansiedad adicional que puede tener otra gente que quiere “eso y sólo eso, en ese sitio y sólo en ese sitio”. Cuando me daba por ponerme tonta y agobiarme me decía: ”A ver, si el año pasado sobraron plazas ¿Tú no querías simplemente ganarte la vida haciendo algo que valiese la pena? Pues hay miles de opciones que valen la pena y si tienes que irte a donde sea pues te vas ¿Qué problema tienes tú por irte a hacer familia a Cáceres?” (lo digo porque creo esa fue la última plaza en cogerse el año pasado, nada más lejos de mi intención que menospreciar a los familia de Cáceres!!!) y veía las cosas de otra manera. Además como ya dije, tener al lado a alguien que te comprende y que está pasando por lo mismo ayuda y cómo ayuda!!! Eso por no hablar de tu sufrida familia y tus sufridos amigos, que están ahí haciendo todo lo máximo y soportando tus malos momentos y tu monótona conversación sin quejarse. Porque esa es otra, el MIR cada vez va ocupando una parcela mayor de tu vida y al final acabas un poco obsesionado y no tienes otro tema de conversación, lo cual debe de ser un auténtico coñazo para cualquier ser viviente que tenga que aguantarte.
El cansancio va haciendo mella, además el ritmo cada vez es mayor y muchas veces no eres capaz de terminarlo todo, pero hay que saber que cuando se acaba el tiempo de estudio se acaba y si quedan temas sin mirar, pues… qué le vamos a hacer?? No pasa nada, a ti no te da tiempo, pero a muchos de tus compañeros tampoco y además ya casi está ahí el final de la segunda vuelta y las vacaciones, piensas en ellas muchísimo y casi se convierten en algo tangible:”Qué maravilla, poder dormir un rato por la mañana, dar un paseo, ver “El tomate” si te apetece…” te parece un auténtico lujo y sí, por fin llegan las deseadas vacaciones, claro que detrás de ellas viene también la temida tercera vuelta y a partir de ahora esa idea tuya de que los simulacros no eran representativos y de que ya mejorarías ya no es tan válida y parece ser que ahora sí que nos ponemos serios y sí que empiezan a importar.
Para mí lo peor de todo fue el principio de la tercera vuelta, se suponía que ya habías estudiado y ya sabías muchas cosas y ahora a repasar. Pero no fue mi caso, no me acordaba de casi nada, tenía ahí algún vago conocimiento, sí, parece que esto me suena, cómo coño era aquello otro, pero poco más y ahí tuve un bajón. Pensaba “ay, mi madre, a estas alturas y yo con estos pelos!!! Cómo voy a hacer para estudiar digestivo en tres días, si hace unos meses tuve dos semanas para dedicarle y no me acuerdo de nada?” estaba triste porque tenía la sensación de haberme esforzado mucho y sacarle muy poco rendimiento, además no soy precisamente la alegría de la huerta, tiendo a ver las cosas bastante negras y a ponerme en lo peor, pero lo bueno era que en los simulacros no me iba mal del todo y eso anima bastante. Después de unas semanas chungas se me pasó la tontería e intenté hacer lo que pudiese con el tiempo que tenía y listo. Claro que te encantaría volver a estudiarlo todo a fondo, pero no tenías cuando hacerlo, así que… a mirar lo más importante, a encomendarse a todos los santos y a todos los demonios y a tirar pa’lante. Las Navidades llegaron enseguida y fueron raras, raras, raras… la mayoría de nosotros tenía tantas ganas de turrón y de reuniones familiares como de abrirse las venas con la Minipimer, pero la vida tiene que seguir su curso y hay que adaptarse, porque por mucho que tú lo quisieras al final los días de Nochebuena, Nochevieja y demás fiestas de guardar, era imposible estudiar como otro día cualquiera y menuda mierda!!, no te concediste el lujo de ir a aquel sitio que te apetecía tanto por no perder tiempo de estudio y ahora estás aquí, perdiendo horas a lo tonto para escuchar la historia del juanete de tu tía Paqui… en fin, a joderse y a aguantarse para no caerse.
Y sí, que se ha acabado ya la tercera vuelta y que detrás viene la cuarta, esos quince días antes del examen en los que no sabes que hacer de tu vida, si seguir el planning de la academia, si estudiar a tu bola o si apuntarte a un curso de macramé. Pero amigo, para bien o para mal esto se acaba y por una parte menos mal y por la otra Ay, que mal!! Al final yo me decidí por hacer lo que me salió de las trompas de Falopio y no hice ningún caso al supuesto plan personalizado de la CTO. Esos días fueron una locura, me quedé en casa y prácticamente ni vi la luz del sol, podría haber ocurrido un cataclismo o acabarse el mundo que yo seguiría con el culo pegado a la silla y a lo mío, así acabé, más blanca que un water (creo que era por transferencia cromática de los folios a mi cara) y más cegata que un topo!!! Pero seguía bastante tranquila, que era lo que más me importaba. Eso sí, me costaba un montón conciliar el sueño, soñaba con el examen y me despertaba hablando de historias del MIR. Los días iban pasando, yo iba leyendo los libros, haciendo los desgloses y tachando en el calendario (bien, otro día más que hemos cumplido y me pongo una cruz verde o mal, hoy no me ha dado tiempo a terminar y me pongo una cruz roja) y así. Estuve repasando hasta el último momento, porque no estaba demasiado nerviosa y prefería estar haciendo algo que correr el riesgo de empezar a pensar en cosas que no quería pensar, tuve la enorme suerte de no estar nada nerviosa, supongo que porque no era totalmente consciente de que iba a hacer el MIR, no acababa de creérmelo vaya, yo fui allí como el que va de paseo, como si la cosa no fuese conmigo, aunque me llevé unos amuletos, no fuera a ser que me saliese mal por ir así a la buena de dios, es una tontería como una catedral, pero… el caso era rebajar la angustia y que todo terminase. Y sí, todo terminó allá por un soleado día de enero del 2008.
Publicado con autorización de su autora.
Nota del editor:
No se me ocurrió convocar un concurso de relatos sobre la preparación del MIR pero si es cierto que desde que ando por estos menesteres he ido manifestando a los más cercanos que me pusieran sus impresiones por escrito con la intención de que pudieran ayudar, a mi y a los que lo preparan, para transitarlo mejor.
El relato que publico es el primero que recibo y me ha gustado tanto que he decidido pedirle autorización a su autora para publicarlo, desde aquí se lo agradezco, espero y deseo que les sirva a los que se incorporan a la faena de preparar el MIR y también para que se animen a escribir aquellos que ya lo prepararon en su día o lo han hecho recientemente, es bueno escribir en caliente pero también es cierto que el tiempo da perspectiva así que os animo a todos a ponerse a la tarea, tal vez sea una buena manera de pasar página de una época e iniciar otra.
Haces tu primer simulacro nada más empezar la primera vuelta y mientras estás allí haciendo el tonto, porque no tienes ni puñetera idea de nada te da la risa tonta y piensas: “joooooddddeeeerrrr, menudo nivelazo tengo, está esto como pa’ que cualquiera venga a ponerse en mis manos!!!!” Qué pena más triste, dios mío!!! seis años de carrera, miles de horas de clase, millones de prácticas y no sabes casi ni si los ojos están en la cara… muy, muy triste. Evidentemente haces un churro, pero tú a lo optimista: “Bah, hombre, no pasa nada, tengo un año y pico para mejorar y malo será”. Los primeros meses son un “sí, pero no”, sabes que tienes un planning por ahí maravilloso que cumplir y que deberías ir adelantando cosas, pero tampoco tienes demasiado tiempo y aún lo ves muy lejano, ahora tus preocupaciones son otras: preventiva, derma, médica III… ese sexto de medicina que para mí tiene su aquel. Es cierto que fue un curso que todos fuimos sacando, pero había que estudiar tanto como cualquier otro año de la carrera, o al menos yo tuve que hacerlo. Así que como estás bastante hasta arriba te conformas con poco, con ir a clase los sábados, quedarte a hacer los simulacros, repetirte que no son representativos y que vas a mejorar la leche cuando empieces con la segunda vuelta y dedicarle un ratillo al MIR cuando puedes, te parece que ya estás haciendo algo. Luego descubres que lo que has hecho es una mierdecilla pinchada en un palo y que probablemente habrías sacado lo mismo empezando en junio, pero no me arrepiento de haberlo hecho así. Creo que lo importante mientras lo estás preparando es hacer lo que te da tranquilidad, ya sea pasear los libros de la academia o hacer encaje de bolillos, eso al gusto del consumidor y a mí sí me ayudó a estar tranquila haber empezado desde el principio y hombre, algo sí hice, intentaba sacar ratillos para leerme algo siempre que podía, además tener las clases de la primera vuelta está bien para cuando te pones en serio. Los meses van corriendo, algo, algo mejoras, pero poca cosa y antes de que te des cuenta se ha acabado sexto, has acabado la carrerita de marras y ahora toca agarrarse los machos y al toro.
Esos treinta o cuarenta compañeros de clase que tenías se han multiplicado y en la segunda vuelta está allí hasta el Tato… se supone que tú vas con ventaja, que ya has tenido tu primer contacto con la MIRicina y que sabes de que va esto, así que haces tu primer simulacro de la segunda vuelta y… oh, sorpresa!!! Resulta que sigues sacando lo mismo de siempre y que encima los nuevos no tienen un pelo de tontos, pero tú sigues a lo optimista: “Bah, esto no es representativo, es que claro, en junio tuvimos los exámenes y claro, no miré nada de la academia, pero ahora ya me voy a poner a tope y voy a mejorar…”
Yo tuve muchísima suerte, porque lo preparé con mi mejor amiga, una chica genial, que no me agobia para nada y nos ayudamos la una a la otra, el día que una estaba tonta la otra tiraba del carro y entre las dos fue muchísimo más llevadero. La verdad es que la segunda vuelta me resultó mucho menos dura de lo que había pensado, te haces tu rutina, te centras, estás a lo que estás y no a otras tonterías y se va llevando bastante bien. Nosotras estudiábamos en una biblioteca donde casi todos éramos opositores, así que cada loco con su tema y listo, allí aprendí que hay oposiciones muy, pero que muy duras y que lo nuestro a su lado es miel sobre hojuelas. Claro que a cada uno le llega con lo suyo y que el ritmo de estudio del MIR no es el mismo que el que tiene otra persona que prepare por ejemplo judicaturas, pero al lado de esos “megaopositores” me sentía una privilegiada con mis manuales y mis desgloses. Yo sería incapaz de hacer lo que ellos hacían (y siguen haciendo), no podría soportar esa presión ni de coña. El verano se me pasó muy bien, vale que estábamos todo el día encerradas y que estudiábamos unas diez u once horas al día, pero también hacíamos nuestros descansos y dábamos nuestros paseos por el campus, que se agradecían muchísimo. Era una mezcla de vida militar-monacal, con una rutina férrea que no nos saltábamos por casi nada, pero a mí no me amargó en absoluto y puedo decir que fueron unos meses donde estaba bastante tranquila y hasta feliz, porque realmente me gustaban todas las asignaturas y notaba que estaba aprendiendo a estudiar de otra manera, a relacionar las cosas y a trabajar con esquemas, cosa que no sentí en casi ningún momento de la carrera.
A mí el MIR me sirvió para mucho, para muchísimo, en primer lugar para asegurarme de que me gustaba la medicina y de que quería dedicarme a esto, porque durante los seis años anteriores lo dudé muchas veces y me arrepentí muchas otras de mi elección. No sé como será la carrera en otras facultades, pero en la mía es bastante desesperante y al final creo que todos, desde el primero al último de la promoción estábamos hasta los testes y los ovocitos, según el individu@, de ella. Pierdes horas y horas chapando datos inútiles que olvidas enseguida y no te sirven para nada, es una forma de estudiar “bulímico-compulsiva” que termina cuando llegas al examen y vomitas en un folio todo lo que has engullido atropelladamente las semanas anteriores y después de eso no queda casi nada útil y las prácticas terminan por hundirte, porque eres un mueble más de la consulta o un apéndice más del médico de turno y eso día tras día quema. Todo esto son percepciones subjetivas claro, seguramente exagero y tengo mucha responsabilidad en esto, porque mi formación depende sobre todo de mí, pero es muy duro esforzarte tanto para salir de la facultad y no tener ni zorra de nada. Aunque a lo que estamos es al MIR, te decía que me resultó muy útil por las cosas que aprendí de medicina y por otras. Es un reto, una carrera de fondo donde descubres que la constancia y el trabajo pueden con casi todo. Es una pasada lo que el cuerpo y la mente son capaces de hacer cuando los fuerzas y sinceramente, creo que saques lo que saques tienes que sentirte orgulloso del trabajo que has hecho, de madrugar todos los días, de aguantar hasta el final sin rendirte, de pasar del cansancio y de dar lo mejor de ti mismo, de dar tres cuando te piden tres, dar ocho cuando te piden ocho y dar veinticinco si hace falta.
Claro que te jode no poder ir a la playa, ni a un concierto, ni quedar con la gente, ni hacer tantas y tantas cosas, pero sabes que sólo son siete meses de tu vida y que cada cosa tiene su momento, ahora es el momento de estudiar y toca… pues, estudiar. Ya llegará el momento de descansar. Además por fin empiezas a subir en los simulacros, poco a poco eso sí, pareces un pingüino con artrosis en tu ascenso hacia la cima MIR, pero ahí estás y como ya sabemos tus pensamientos siguen siendo: ”Bah, bueno, esto no es representativo, ya mejoraré la releche cuando me lo haya mirado todo, es que aún me faltan muchas asignaturas por estudiar…”
Y de ánimo pues bastante bien, porque cumplir con tus objetivos te hace estar tranquilo, sabes que estás haciendo lo que puedes, vale, que siempre se puede hacer más, pero el tema está en hacer lo suficiente para conseguir lo que quieres y si lo que quieres es ser médico, como era mi caso, tampoco es un imposible. Quiero decir que a mí me gustan muchísimas especialidades y familia es una de mis primeras opciones, así que no tenía esa ansiedad adicional que puede tener otra gente que quiere “eso y sólo eso, en ese sitio y sólo en ese sitio”. Cuando me daba por ponerme tonta y agobiarme me decía: ”A ver, si el año pasado sobraron plazas ¿Tú no querías simplemente ganarte la vida haciendo algo que valiese la pena? Pues hay miles de opciones que valen la pena y si tienes que irte a donde sea pues te vas ¿Qué problema tienes tú por irte a hacer familia a Cáceres?” (lo digo porque creo esa fue la última plaza en cogerse el año pasado, nada más lejos de mi intención que menospreciar a los familia de Cáceres!!!) y veía las cosas de otra manera. Además como ya dije, tener al lado a alguien que te comprende y que está pasando por lo mismo ayuda y cómo ayuda!!! Eso por no hablar de tu sufrida familia y tus sufridos amigos, que están ahí haciendo todo lo máximo y soportando tus malos momentos y tu monótona conversación sin quejarse. Porque esa es otra, el MIR cada vez va ocupando una parcela mayor de tu vida y al final acabas un poco obsesionado y no tienes otro tema de conversación, lo cual debe de ser un auténtico coñazo para cualquier ser viviente que tenga que aguantarte.
El cansancio va haciendo mella, además el ritmo cada vez es mayor y muchas veces no eres capaz de terminarlo todo, pero hay que saber que cuando se acaba el tiempo de estudio se acaba y si quedan temas sin mirar, pues… qué le vamos a hacer?? No pasa nada, a ti no te da tiempo, pero a muchos de tus compañeros tampoco y además ya casi está ahí el final de la segunda vuelta y las vacaciones, piensas en ellas muchísimo y casi se convierten en algo tangible:”Qué maravilla, poder dormir un rato por la mañana, dar un paseo, ver “El tomate” si te apetece…” te parece un auténtico lujo y sí, por fin llegan las deseadas vacaciones, claro que detrás de ellas viene también la temida tercera vuelta y a partir de ahora esa idea tuya de que los simulacros no eran representativos y de que ya mejorarías ya no es tan válida y parece ser que ahora sí que nos ponemos serios y sí que empiezan a importar.
Para mí lo peor de todo fue el principio de la tercera vuelta, se suponía que ya habías estudiado y ya sabías muchas cosas y ahora a repasar. Pero no fue mi caso, no me acordaba de casi nada, tenía ahí algún vago conocimiento, sí, parece que esto me suena, cómo coño era aquello otro, pero poco más y ahí tuve un bajón. Pensaba “ay, mi madre, a estas alturas y yo con estos pelos!!! Cómo voy a hacer para estudiar digestivo en tres días, si hace unos meses tuve dos semanas para dedicarle y no me acuerdo de nada?” estaba triste porque tenía la sensación de haberme esforzado mucho y sacarle muy poco rendimiento, además no soy precisamente la alegría de la huerta, tiendo a ver las cosas bastante negras y a ponerme en lo peor, pero lo bueno era que en los simulacros no me iba mal del todo y eso anima bastante. Después de unas semanas chungas se me pasó la tontería e intenté hacer lo que pudiese con el tiempo que tenía y listo. Claro que te encantaría volver a estudiarlo todo a fondo, pero no tenías cuando hacerlo, así que… a mirar lo más importante, a encomendarse a todos los santos y a todos los demonios y a tirar pa’lante. Las Navidades llegaron enseguida y fueron raras, raras, raras… la mayoría de nosotros tenía tantas ganas de turrón y de reuniones familiares como de abrirse las venas con la Minipimer, pero la vida tiene que seguir su curso y hay que adaptarse, porque por mucho que tú lo quisieras al final los días de Nochebuena, Nochevieja y demás fiestas de guardar, era imposible estudiar como otro día cualquiera y menuda mierda!!, no te concediste el lujo de ir a aquel sitio que te apetecía tanto por no perder tiempo de estudio y ahora estás aquí, perdiendo horas a lo tonto para escuchar la historia del juanete de tu tía Paqui… en fin, a joderse y a aguantarse para no caerse.
Y sí, que se ha acabado ya la tercera vuelta y que detrás viene la cuarta, esos quince días antes del examen en los que no sabes que hacer de tu vida, si seguir el planning de la academia, si estudiar a tu bola o si apuntarte a un curso de macramé. Pero amigo, para bien o para mal esto se acaba y por una parte menos mal y por la otra Ay, que mal!! Al final yo me decidí por hacer lo que me salió de las trompas de Falopio y no hice ningún caso al supuesto plan personalizado de la CTO. Esos días fueron una locura, me quedé en casa y prácticamente ni vi la luz del sol, podría haber ocurrido un cataclismo o acabarse el mundo que yo seguiría con el culo pegado a la silla y a lo mío, así acabé, más blanca que un water (creo que era por transferencia cromática de los folios a mi cara) y más cegata que un topo!!! Pero seguía bastante tranquila, que era lo que más me importaba. Eso sí, me costaba un montón conciliar el sueño, soñaba con el examen y me despertaba hablando de historias del MIR. Los días iban pasando, yo iba leyendo los libros, haciendo los desgloses y tachando en el calendario (bien, otro día más que hemos cumplido y me pongo una cruz verde o mal, hoy no me ha dado tiempo a terminar y me pongo una cruz roja) y así. Estuve repasando hasta el último momento, porque no estaba demasiado nerviosa y prefería estar haciendo algo que correr el riesgo de empezar a pensar en cosas que no quería pensar, tuve la enorme suerte de no estar nada nerviosa, supongo que porque no era totalmente consciente de que iba a hacer el MIR, no acababa de creérmelo vaya, yo fui allí como el que va de paseo, como si la cosa no fuese conmigo, aunque me llevé unos amuletos, no fuera a ser que me saliese mal por ir así a la buena de dios, es una tontería como una catedral, pero… el caso era rebajar la angustia y que todo terminase. Y sí, todo terminó allá por un soleado día de enero del 2008.
Publicado con autorización de su autora.
Nota del editor:
No se me ocurrió convocar un concurso de relatos sobre la preparación del MIR pero si es cierto que desde que ando por estos menesteres he ido manifestando a los más cercanos que me pusieran sus impresiones por escrito con la intención de que pudieran ayudar, a mi y a los que lo preparan, para transitarlo mejor.
El relato que publico es el primero que recibo y me ha gustado tanto que he decidido pedirle autorización a su autora para publicarlo, desde aquí se lo agradezco, espero y deseo que les sirva a los que se incorporan a la faena de preparar el MIR y también para que se animen a escribir aquellos que ya lo prepararon en su día o lo han hecho recientemente, es bueno escribir en caliente pero también es cierto que el tiempo da perspectiva así que os animo a todos a ponerse a la tarea, tal vez sea una buena manera de pasar página de una época e iniciar otra.
Curioso sí, miles de personas preparando el MIR y miles de sensaciones diferentes en cada uno.
ResponderEliminarSolo se me ocurre una cosa ¡Bien! ¡Bien! ¡Bien! Me encanta, uno de mis vicios es leer historias bien contadas. Gracias.
ResponderEliminarEs increible, me imagino que habrá mil maneras de pasar el MIR pero en mi caso todo fue palabra por palabra igual que en el relato. Ojala lo hubiera leido cuando lo preparaba porque a veces te aislas para que los demás no te agobien (sobre todo algun que otro mal intencionado que le alivia agobiar al progimo) y piensas que lo estas haciendo todo mal y vas a fracasar. Enhorabuena, estoy seguro que será de gran utilidad para los que ahora empiezan. Un saludo
ResponderEliminarPrecioso relato de lo que hemos vivido,desde luego después de lo mal que se pasa consigues sacar varias sonrisas pq realmente creo que nos identificamos.Enhorabuena!
ResponderEliminarEstaba viviendo el relato en primera persona...
ResponderEliminarTengo la sensacion de haber vivido la misma historia que la autora del relato pues yo también conté con la ayuda y apoyo incondicional de una amiga.Felicidades por el relato.
ResponderEliminarfantastico el relato.
ResponderEliminares cierto, el proceso de preparar el el MIR te hace pasar por varias sensaciones, cansancio, agobio, euforia en ocasiones pocas pero se dan jaja.
y muchas mas
Gracias por compartir tu experiencia.
besotes