Entre las preocupaciones más funestas de la juventud intelectual contamos la extremada admiración a la obra de los grandes talentos y la convicción de que, dada nuestra cortedad de luces, nada podemos hacer para continuarla o completarla.
Esta devoción excesiva al genio tiene su raíz en un doble sentimiento de justicia y de modestia, harto simpático para ser vituperable, mas si se enseñorea con demasía del ánimo del novicio, aniquila toda iniciativa e incapacita en absoluto para la investigación original.
Defecto por defecto, preferible es la arrogancia al apocamiento, la osadía mide sus fuerzas y vence o es vencida, pero la modestia excesiva huye de la batalla y se condena a vergonzosa inacción.
El trabajo sustituye al talento, o mejor dicho crea talento.
Como han afirmado muchos pensadores y pedagogos, el descubrimiento no es fruto de ningún talento originalmente especial, sino del sentido común mejorado y robustecido por la educación técnica y por el hábito de meditar sobre los problemas científicos.
Así, pues, quien disponga de regular criterio para guiarse por la vida, lo tendrá también para marchar desembarazado por el camino de la investigación.
En la Naturaleza no hay superior ni inferior, ni cosas accesorias y principales.
Estas jerarquías que nuestro espíritu se complace en asignar a los fenómenos naturales, proceden de que, en lugar de considerar las cosas en sí y en su interno encadenamiento, las miramos solamente en relación a la utilidad o el placer que puedan proporcionarnos.
En la cadena de la vida todos los eslabones son igualmente valiosos, porque todos resultan igualmente necesarios.
Esta devoción excesiva al genio tiene su raíz en un doble sentimiento de justicia y de modestia, harto simpático para ser vituperable, mas si se enseñorea con demasía del ánimo del novicio, aniquila toda iniciativa e incapacita en absoluto para la investigación original.
Defecto por defecto, preferible es la arrogancia al apocamiento, la osadía mide sus fuerzas y vence o es vencida, pero la modestia excesiva huye de la batalla y se condena a vergonzosa inacción.
El trabajo sustituye al talento, o mejor dicho crea talento.
Como han afirmado muchos pensadores y pedagogos, el descubrimiento no es fruto de ningún talento originalmente especial, sino del sentido común mejorado y robustecido por la educación técnica y por el hábito de meditar sobre los problemas científicos.
Así, pues, quien disponga de regular criterio para guiarse por la vida, lo tendrá también para marchar desembarazado por el camino de la investigación.
En la Naturaleza no hay superior ni inferior, ni cosas accesorias y principales.
Estas jerarquías que nuestro espíritu se complace en asignar a los fenómenos naturales, proceden de que, en lugar de considerar las cosas en sí y en su interno encadenamiento, las miramos solamente en relación a la utilidad o el placer que puedan proporcionarnos.
En la cadena de la vida todos los eslabones son igualmente valiosos, porque todos resultan igualmente necesarios.
Santiago Ramón y Cajal
Los tónicos de la voluntad
Comentario de Lola Fuentes en el blog de Miguel Ángel Sabadell
(La ciencia de tu vida)
El bueno de D. Santiago, un figura eso desde luego (y alguno hay por estos lares que le tiene gran admiración).
ResponderEliminarPara mí que lo característico de la persona es que vivió, sí, sí, que vivió; y en ello estuvo su verdadero tesssooooroooooooo. Si le hubiésemos preguntado a él probablemente lo habría reconocido
Además, pues resulta que tiró de "micro" y de lapiz y papel (y de cámara de fotos), y asombra lo que consiguió
bonjour de belgique
ResponderEliminarhttp://plateau-de-herve.skynetblogs.be
como siempre.... la palabra justa, en el momento adecuado y con el punto de sabiduria.
ResponderEliminarun mirentrelazado abrazo
josep