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En las tres gráficas se ve la "miseria" y la "grandeza" de la prueba.
La primera gráfica contiene una foto fija, en el tiempo, de los baremos académicos.
Se corresponde con las decisiones de cientos de profesores que calificaron, en su día, a sus alumnos, con normas escritas o sin ellas, en una escala mínima, de 5 a 10, en una enseñanza reglada. Convenimos que esas calificaciones, en general, giran alrededor de la ley de los grandes números, que viene a decir que cuantas más veces se mide un parámetro, su resultado más tiende a sus medidas centrales, es decir, a su puntuación verdadera.
Sin embargo su distribución por intervalos, expresada en diagramas de barras en forma de campana, contiene muchísimos empates. Es así no solo por ser una escala pequeña, de 5 a 10, sino por estar gobernada por decisiones humanas en lugar de por normas de valoración que permitan una mayor amplitud aún dentro de su pequeñez, por ejemplo aumentando los decimales, para que separen y no concentren la notas.
En la enseñanza reglada se utilizan escalas estrechas, porque su finalidad no es la de clasificar sino la de superar, o no, un criterio mínimo de conocimientos para pasar de curso, frente a las pruebas de libre concurrencia, que buscan separar el máximo posible para evitar los empates. En el caso que nos ocupa a la diezmilésima, ya que cada calificación se convierte posteriormente en un n° de orden distinto de sus contiguos.
La segunda gráfica contiene los resultados del examen.
Observen la brecha de amplitud entre la primera gráfica, correspondiente a los baremos académicos, y la segunda, correspondiente a las respuestas netas del ejercicio de examen. El resultado muestra una mayor diferencia de calificaciones, no solo debidas al instrumento de calificación sino sobre todo a las normas de valoración del mismo.
La tercera gráfica muestra la clasificación de la prueba en nº de orden.
Los nº de orden proceden de los puntos totales de aquellos que han superado la nota de corte, ordenados de mayor a menor. El valor del baremo académico y el valor del resultado del examen están expresados en escalas diferentes que no permiten sumarlos directamente. Para poder sumarlos han de ser convertidos previamente a la misma escala. Eso se realiza a través de los factores de corrección, multiplicando cada uno de ellos por su factor. Los factores de corrección son el cociente de dividir su peso en la prueba, 90 % el examen y 10 % el baremo, por la media de los diez mejores exámenes y baremos respectivamente. Los factores se expresan con once decimales truncados. Son los multiplicadores del valor del examen y del valor del baremo de cada aspirante. El resultado de esa multiplicación se expresa con cuatro decimales truncados, y se denominan puntos finales de examen y puntos finales de baremo. Ambos ya están en la misma escala y por tanto se pueden sumar. Su suma son los puntos totales. Si han superado la nota de corte se ordenan de mayor a menor y a cada aspirante se le adjudica un nº de orden. Se corresponden con la tercera gráfica.
En resumen, con todo el proceso de normas de valoración de la prueba, se busca la mayor amplitud posible en la clasificación para evitar al máximo los empates. Los puntos totales se expresan a la diezmilésima. Los nº de orden de uno en uno.
Esa es la "miseria" y la "grandeza" de la prueba, según quien la valore, la clasificación de los aspirantes por nº de orden, no solo con una diezmilésima de diferencia sino incluso empatados. Clasificar es poner en fila india a los aspirantes, fruto de la desconfianza humana en un país "igualitario". Nadie cree que no fuera a haber chanchullos en la elección de especialidad, si fueran comités de selección de los centros de formación los que eligieran a los aspirantes. Consecuencia de ello, se reconozca o no, la prueba deja a miles de aspirantes descontentos por no poder, no ya elegir la especialidad que quisieran en el centro que pudieran, que también, sino que la prueba no deja intentarlo, ni aún en aquellos centros de difícil cobertura, obligando a repetir la misma a aquellos que por las circunstancias que sean no se encuentran conformes, u obligando a conformarse a otros muchos en segundas o terceras opciones.
¿Nadie se da cuenta que, por querer presumir de equidad, la prueba deja miles y miles de médicos orillados en las cunetas de la misma, convertidos en potenciales enemigos del sistema?
Aún peor, resulta que todos los "lumbreras" se acumulan, año a año in aeternum, en unas cuantas especialidades, ¿nadie piensa que eso terminará pasando factura?
¿Es que ustedes creen que los aspirantes son tontos y no sabrían calibrar donde presentarse, y todos ellos se iban a decidir por hacer Cardiología en el Gregorio, por ejemplo?
Un país que pone a sus ciudadanos en fila india para elegir plaza, antes de empezar siquiera a formarse, es un país de desconfiados. Un país creador de descontentos, un país necesitado de gendarmes, de predicadores, y de pastores que conduzcan el rebaño. Encima, esos pastores pretender capitalizar, con toda su cara, el esfuerzo que se exige actualmente para poder cursar la carrera e ingreso en la misma con nota de corte, como si ellos lo hubieran sufrido en su día y para colmo como si todos ellos hubieran hecho el MIR.
¡Predicadores y pastores, atrévanse a pedir que se ordene por expediente académico!
Verán lo que es bueno. Verán empates sin conocimiento. Verán los sorteos que se hacen necesarios para convertirlos en nº de orden. Habrán conseguido que el azar domine la prueba.
Pero aún hay más. El colmo de los colmos de los predicadores y pastores es intentar cuadrar las necesidades futuras de especialistas del país, con una cifra fija que comienza diez-once años antes. Cifra rígida teórica (numerus clausus), para dejar de serlo de forma inmediata (la matrícula efectiva no coincide con el numerus clausus y no todas al alza precisamente). Pero ahí no termina la cosa. Acto seguido comienza el baile de entradas y salidas durante los seis años o más por cambios de facultad, o incluso de país, que vuelven a descuadrar la cifra de origen. Además, a lo largo del proceso, hay defecciones o abandonos de la carrera. Para rematar, el total de los egresados tampoco coinciden con el número de ellos que se presentan a la prueba en la convocatoria de su graduación.
No queda ahí la cosa. El ovillo se enreda todavía más. La prueba se permite el lujo de ser de libre concurrencia, no solo de los procedentes de universidades españolas, de cualquier promoción y edad, sino también de los procedentes de más de cien universidades extranjeras, de toda condición y circunstancias.
Todo ello obligó en 2008 a prever el modular la elección de plaza después de presentarse al examen en libre concurrencia. Entre otras modulaciones, una externa a la prueba, la liberación parcial del numerus clausus, y otras internas a la prueba a desarrollar en cada convocatoria. Imposición de una nota de corte variable sin límite superior y con un mínimo positivo para poder obtener nº de orden, poder establecer límites a la recirculación, un cupo máximo del 10 % y sin mínimo para extracomunitarios, y otras más. Pero como aquí el que no corre vuela, más de la mitad del total de extranjeros presentados a la prueba, se las arreglan para obviar el cupo a través de suficientes gateras "legales" para poder optar a todas las plazas ofertadas. En el país igualitario, equitativo y justo, puesta la ley, puesta la trampa.
Ahí no termina todo. Resulta que la elección de plaza es voluntaria para los aspirantes que la superan. No solo hay que poder elegir plaza sino querer elegirla cuando te toca.
Así pues, esas mentes "brillantes" de predicadores y pastores pretenden cuadrar los dos términos de la ecuación, entradas teóricas y necesidades, como si eso fuera posible entre tanta variable expresada.
Más aún, esas mentes "brillantes" olvidan y callan, adrede, los múltiples trabajos noMIR a lo largo de la piel de toro, que no han cuantificado porque no les interesan para su rebaño. ¡Cuántos son y quién los ocupa!
¡Las necesidades noMIR se cuadran automáticamente con las homologaciones ad libitum! A cambio les dejan dar vueltas por el tiovivo de la prueba, y trabajar para mantenerse en lo que no quieren los pastores para su "rebaño".
¡Qué condenen a los predicadores y pastores a dirigir la prueba!
¡Qué se los lleve Infante Campos al Carlos III, y les de allí un cursillo acelerado para ello!
Después de las tres gráficas, que analizan las dos variables (baremo y netas) y el resultado (nº de orden), he subido una tabla con los datos de los dos últimos años, para los que quieran comparar los del año pasado con su anterior, sin gráficos. Debajo de la misma he incluido las tres gráficas equivalentes de la convocatoria de su anterior.
Aviso.- Todo nº de orden peor que 9.845 en la convocatoria 2020 no debe tomarse como referencia, pertenece a plazas adjudicadas en la RETD, reserva efectiva del turno de discapacidad. Sin embargo en la convocatoria de 2019 no se tuvieron en cuenta esas plazas, ni otras de acceso restringido, por lo que el encabezado de las gráficas, y su ordenación, es diferente en ambas convocatorias. En la convocatoria de 2020 se han tenido en cuenta todas las plazas adjudicadas (7.987), en la de 2019, solo se han tenido en cuenta 7.508 de 7.615 ofertadas (-107)
Datos incontestables y lúcido análisis, José María. Muchas gracias
ResponderEliminarBuenas tardes señor Gangas, la visa de estudios sigue afectada por el cupo?, muchas gracias
ResponderEliminarPorfavor podrías subir las situaciones 1,2,3,4,5 y 6 y a quienes afecta el cupo?, muchas gracias
ResponderEliminar4 y 5
Eliminarhttps://www.redaccionmedica.com/secciones/ministerio-sanidad/sanidad-estudia-aumentar-el-cupo-dedicado-a-extracomunitarios-en-el-mir-6626
ResponderEliminarEsto es para mear y no echar gota.
Don José María buenas tardes. Quisiera saber si hay alguna especialidad en la que durante la residencia no se hagan guardías.
ResponderEliminarSeguro que D. José María puede precisarte mucho más, pero quizá te pueda orientar lo que dice el RD 1146/2006 que es el que regula las condiciones básicas de los MIR (art. 5 en cuanto a jornadas) https://www.boe.es/buscar/pdf/2006/BOE-A-2006-17498-consolidado.pdf
EliminarSaludos