... estando enfrascado en la faena de redactar la entrada anterior, que todavía no había terminado cuando escribo esta, recibo de un buen amigo el link a un trabajo publicado en El País, por Beatríz González López-Valcárcel y Martín Caicoya Gómez-Morán, titulado La toxicidad del examen MIR.
A bote pronto pudiera parecer sorprendente y, según como se interprete, los que le buscan las entretelas al examen se pueden frotar las manos.
Pero de eso nada, porque una cosa es que esa influencia se pueda producir, y otra es que se deba de producir.
Si se produce, o se produjera, ya podemos señalar a los responsables, que son, o serían, curiosamente aquellos que debieran, no solo resistirse, sino impedirlo con el desarrollo de su faena, que no es, o sería, otra que poner en práctica sus planes de estudios para la formación como médicos de sus alumnos, y si fuera necesario, incluso impedir que aquellos que no reúnan los requisitos necesarios, no solo los conocimientos, los terminen. Porque esa es su tarea y no precisamente la tarea del MIR. Su tarea es formar médicos y la del MIR ordenarlos para elegir una plaza MIR de las ofertadas por el SNS, la que puedan y quieran, por ese orden, esas son las normas.
Y que todos, incluido el Ministerio, dejen de presumir y publicar los datos que alimentan el mito de a qué universidad pertenecen los cien primeros nº de orden del MIR que tiene un sesgo humano de Catón, y que de ninguna de las maneras representa el resultado de todos sus alumnos, y menos aún tiene que representar eso su calidad docente.
Si se quieren reflejar los resultados del MIR de los alumnos de las facultades de Medicina, publiquen los resultados de TODOS sus alumnos, por intervalos de nº de orden, incluidos los que no superen la nota de corte, y no se olviden de desagregarlos entre recién egresados y aquellos que no lo son... y déjense de mitos de los cien primeros.
Si se quieren reflejar los resultados del MIR de los alumnos de las facultades de Medicina, publiquen los resultados de TODOS sus alumnos, por intervalos de nº de orden, incluidos los que no superen la nota de corte, y no se olviden de desagregarlos entre recién egresados y aquellos que no lo son... y déjense de mitos de los cien primeros.
Naturalmente que un examen de la naturaleza y trascendencia del MIR tiene influencias colaterales, eso está documentado por autores de otros países con pruebas similares, y algo se publicó en su día en este blog, pero no es obstáculo para que cada uno cumpla su faena, ¿o acaso cambiando el MIR de manos dejará de ser tóxico?. No es por casualidad la frase del título de esta entrada, que curiosamente he copiado de un párrafo de la entrada anterior, porque ya me rondaba a mi, mira por donde:
Reglas claras y cada uno a su faena...
... faenas diferentes... cada uno ha de procurar hacer bien la suya, perfectamente delimitado el terreno de juego de cada uno por normas, y si alguien se mete en el terreno que no le corresponde que el árbitro lo saque del mismo y lo mande para el suyo, y si es preciso lo sancione si puede.
No pasa nada porque haya debate, pero delimitado el terreno de juego de cada uno, delimitado el papel del árbitro si no lo estuviera... cada uno a su faena... las Facultades a lo suyo, a formar médicos, médicos con conocimientos, con cualidades y con habilidades médicas... el Ministerio a lo suyo que es gestionar la prueba... las Sociedades Médicas a lo suyo que es velar por la formación de los especialistas... las CCAA a lo suyo que es ofertar y gestionar la formación... y los examinandos a lo suyo, que una vez sean médicos, es preparar adecuadamente el examen que les conduce a la elección de la especialidad que puedan y quieran... porque si no, ¿quién, cuando, y donde, decide esa cuestión?...
Reglas claras y cada uno a su faena... y no se olviden de leer los comentarios de los lectores al trabajo referenciado que motiva la entrada...
Tal vez los autores pongan encima de la mesa que como el MIR, sin pretenderlo y sin tener esa función se ha convertido en una reválida, lo termine siendo normativamente... y eso explicaría su contenido y su propuesta. Si así fuera, ¿sería una nueva prueba, lo sería de acreditación, o seguiría siendo una prueba de selección de orden para elegir?, ¿en qué norma se fundamentaría?, ¿quién la gestionaría?...
El problema, la madre del cordero, es quién, cuando, y cómo, determina la elección de especialidad si se busca asegurar un continuo real ad libitum antes de terminar el grado o después... que alguien me explique como se gestiona eso sin un examen intermedio, neutro y equidistante de la influencia cercana y colateral...
El MIR solo tiene un patrimonio, la confianza de objetividad, equidad y lejanía para todos que le infundieron sus creadores... ordenar a todos para elegir plaza de especialización... y eso se consigue por su regulación y por su sancta sanctorum... cuando, cómo, y quién, determina el examen, su custodia y su corrección... un examen anónimo, alejado de influencias, revisable y que expone sus resultados... el día que deje de serlo... se acabó. El juez ha de estar alejado del sujeto juzgado y hacerlo con un instrumento de medida adecuado... no necesariamente perfecto... sino que tienda a la perfección...
Si se quiere mejorar el examen MIR, cuídese de tratar de reducir en lo posible la aleatoriedad de sus resultados todavía más, y cuídese de aumentar la calidad de sus preguntas todavía más.
Para conseguir lo primero solo se puede haciendo que el examen tenga más preguntas, y solo encuentro una fórmula, primero previendo la posibilidad de que la prueba se realice en dos exámenes en momentos diferentes, por ejemplo dos test de respuestas múltiples con penalización con una duración de cinco horas realizados en dos días seguidos, y que su media fuera el resultado final, esa sería la única manera que se me ocurre de reducir la posible aleatoriedad del resultado para no jugárselo todo a 250-225 cartas en una sola partida.
Para conseguir lo segundo, aumentar la calidad de sus preguntas, sería conveniente hacerlo sometiendo a análisis las preguntas de su banco de preguntas, que desconozco si se hace. Eso se puede hacer sometiendo las preguntas del examen, y de exámenes anteriores, al análisis de la TRI (Teoría de Respuesta al Ítem), de tal manera que se puedan calcular las funciones de probabilidad de cada una de las preguntas, detectando aquellas cuya gráfica de probabilidad nos diga no ser de suficiente calidad para ser eliminadas o reelaboradas. Además habría de calcularse su función de información, no solo de cada pregunta, sino de cada examen en su conjunto, esa función radiografía el intervalo de discriminación de cada pregunta y del conjunto del examen.
El MIR, los exámenes MIR de un decenio, fueron sometidos en su día, por técnicos del Ministerio, al examen de la Teoría Clásica de los Test, publicando sus resultados. Pero nunca después se ha publicado nada sobre ello, lo que no significa que no se haga para consumo interno, que desconozco. Se desconoce si se ha sometido o no al análisis de la Teoría de Respuesta al Ítem, más novedosa que la anterior, desde luego nada se ha publicado sobre ello.
El MIR pasa la prueba del algodón más grosera, su fiabilidad, y supuestamente otras pruebas más finas, pero es muy celoso de publicarlo. Supongo que habrá sus razones, que tal vez tengan que ver con el celo de guardar su tesoro, su único patrimonio, haber evitado hasta hoy ser el "toli toli" de todos por haberlo descuidado. No se le ha pillado nunca, que yo sepa, en un renuncio. Pero tal vez haya llegado el momento de darse un baño de evaluación, al menos interna, y publicarla... aunque nada más sea para aplacar los ánimos de los que quieren hincarle el diente, y a la vez que se publica, alejarse de los mismos preservando su sancta sanctorum, su patrimonio inviolable... quién, cuando y cómo, decide el examen...
Todas las críticas al examen son curiosamente de carácter cualitativo, sin aportar por parte de quien las hace ningún dato cuantitativo que las avale, que hace que pareciera que desconocen que haya una disciplina académica que curiosamente trata de ello... y que vela por lo cualitativo de las preguntas, y por tanto del examen, con métodos cuantitativos...
En el fondo de todo me parece a mi que subyace un problema... la Universidad no ha digerido que la pinzaran en el postgrado MIR en su día y se quedara solo con el postgrado doctoral... a pesar de que en el MIR está presente el Ministerio de Educación, que no solo es quien expide el título sino que gestiona la prueba en comandita con el Ministerio de Sanidad, están presentes las facultades de Medicina en la Comisión Calificadora... los hospitales que dan la formación MIR se han convertido, en buena parte, en universitarios, y muchos de sus jefes de servicio han sido acreditados como profesores de las facultades de Medicina... además de alimentar, por encargo, unos y otros, el banco de preguntas MIR...
Supongamos que del debate que se plantea se llega a la conclusión afirmativa sobre la toxicidad del examen MIR que los autores proclaman, supongamos que la conclusión de ese debate es la realización de una nueva prueba que sustituya a la actual con la pretensión de que no sea tóxica para las facultades...
¿Sería garantía de no toxicidad que el examen dejara de gestionarlo Sanidad y Educación para pasar a gestionarlo la Universidad, es decir las facultades de Medicina?
¿Cuándo se realizaría la prueba, inmediatamente a terminar sexto, y así os quitáis de en medio de un plumazo a las academias y un año de preparación?, ¿entonces sería obligatorio presentarse a la misma el año de graduación, o los graduados podrían decidir cuando se presentan?
¿Terminaría la nueva prueba con la libre concurrencia y se materializaría el continuo perfecto grado-postgrado?, ¿cómo, cuando y quién decidiría la especialidad que haría cada uno de los alumnos y donde hacerla?, ¿sería obligatorio cursar la especialidad decidida?
¿Sería suficiente, con el quítate tu para ponerme yo, para eliminar esa influencia tóxica?
¿Quién gestionaría la formación especializada posterior al examen, solo los hospitales Clínicos anejos a las facultades, o acaso por no ser suficientes serían también el resto de hospitales acreditados del SNS?, ¿de quién dependerían esos hospitales, de la Universidad?
¿Quién velaría por los programas formativos, las Sociedades Médicas o la Universidad?
¿Quién gestionaría la expedición de los títulos de especialista?, ¿se integraría el doctorado y el título de especialista en un solo título o se obtendrían los dos a la vez?
¿Quién pagaría los salarios durante la residencia, o acaso como la formación la daría la Universidad habría que pagar matrícula en lugar de recibir salario como en las Escuelas que gestionan hoy diferentes universidades para tres de las especialidades MIR?
Me dejo más preguntas en el tintero... pero tal vez sean suficientes con las formuladas...
El continuo grado-postgrado, cardo sobre el que gira la paradoja del MIR, por asentarse sobre un cerrojo de entrada al grado universitario, el numerus clausus, y un grifo de libre concurrencia como entrada al examen MIR que no gestionan las universidades, no tiene una garantía real para perfeccionar esa continuidad, como no la tiene el derecho constitucional de todos a una vivienda digna, y me temo que no se soluciona de la manera propuesta por los autores del trabajo citado, que supondría de entrada poner patas arriba todo el edificio normativo y de gestión que funciona desde su creación...
Pero no está mal para comenzar el debate...
Desde luego quien esto escribe, aparte de las propuestas de mejora del examen realizadas más arriba, no tiene una solución para resolver la paradoja del MIR, más allá de "Reglas claras y que cada uno cumpla su faena" para que el examen MIR sea lo menos tóxico posible. Solo veo posibles dentro del marco actual las modulaciones implementadas, tras el estudio de la distribución de resultados, para tratar de acercarse a una satisfacción teórica del continuo grado-postgrado...
Tal vez los autores pongan encima de la mesa que como el MIR, sin pretenderlo y sin tener esa función se ha convertido en una reválida, lo termine siendo normativamente... y eso explicaría su contenido y su propuesta. Si así fuera, ¿sería una nueva prueba, lo sería de acreditación, o seguiría siendo una prueba de selección de orden para elegir?, ¿en qué norma se fundamentaría?, ¿quién la gestionaría?...
El problema, la madre del cordero, es quién, cuando, y cómo, determina la elección de especialidad si se busca asegurar un continuo real ad libitum antes de terminar el grado o después... que alguien me explique como se gestiona eso sin un examen intermedio, neutro y equidistante de la influencia cercana y colateral...
El MIR solo tiene un patrimonio, la confianza de objetividad, equidad y lejanía para todos que le infundieron sus creadores... ordenar a todos para elegir plaza de especialización... y eso se consigue por su regulación y por su sancta sanctorum... cuando, cómo, y quién, determina el examen, su custodia y su corrección... un examen anónimo, alejado de influencias, revisable y que expone sus resultados... el día que deje de serlo... se acabó. El juez ha de estar alejado del sujeto juzgado y hacerlo con un instrumento de medida adecuado... no necesariamente perfecto... sino que tienda a la perfección...
Si se quiere mejorar el examen MIR, cuídese de tratar de reducir en lo posible la aleatoriedad de sus resultados todavía más, y cuídese de aumentar la calidad de sus preguntas todavía más.
Para conseguir lo primero solo se puede haciendo que el examen tenga más preguntas, y solo encuentro una fórmula, primero previendo la posibilidad de que la prueba se realice en dos exámenes en momentos diferentes, por ejemplo dos test de respuestas múltiples con penalización con una duración de cinco horas realizados en dos días seguidos, y que su media fuera el resultado final, esa sería la única manera que se me ocurre de reducir la posible aleatoriedad del resultado para no jugárselo todo a 250-225 cartas en una sola partida.
Para conseguir lo segundo, aumentar la calidad de sus preguntas, sería conveniente hacerlo sometiendo a análisis las preguntas de su banco de preguntas, que desconozco si se hace. Eso se puede hacer sometiendo las preguntas del examen, y de exámenes anteriores, al análisis de la TRI (Teoría de Respuesta al Ítem), de tal manera que se puedan calcular las funciones de probabilidad de cada una de las preguntas, detectando aquellas cuya gráfica de probabilidad nos diga no ser de suficiente calidad para ser eliminadas o reelaboradas. Además habría de calcularse su función de información, no solo de cada pregunta, sino de cada examen en su conjunto, esa función radiografía el intervalo de discriminación de cada pregunta y del conjunto del examen.
El MIR, los exámenes MIR de un decenio, fueron sometidos en su día, por técnicos del Ministerio, al examen de la Teoría Clásica de los Test, publicando sus resultados. Pero nunca después se ha publicado nada sobre ello, lo que no significa que no se haga para consumo interno, que desconozco. Se desconoce si se ha sometido o no al análisis de la Teoría de Respuesta al Ítem, más novedosa que la anterior, desde luego nada se ha publicado sobre ello.
El MIR pasa la prueba del algodón más grosera, su fiabilidad, y supuestamente otras pruebas más finas, pero es muy celoso de publicarlo. Supongo que habrá sus razones, que tal vez tengan que ver con el celo de guardar su tesoro, su único patrimonio, haber evitado hasta hoy ser el "toli toli" de todos por haberlo descuidado. No se le ha pillado nunca, que yo sepa, en un renuncio. Pero tal vez haya llegado el momento de darse un baño de evaluación, al menos interna, y publicarla... aunque nada más sea para aplacar los ánimos de los que quieren hincarle el diente, y a la vez que se publica, alejarse de los mismos preservando su sancta sanctorum, su patrimonio inviolable... quién, cuando y cómo, decide el examen...
Todas las críticas al examen son curiosamente de carácter cualitativo, sin aportar por parte de quien las hace ningún dato cuantitativo que las avale, que hace que pareciera que desconocen que haya una disciplina académica que curiosamente trata de ello... y que vela por lo cualitativo de las preguntas, y por tanto del examen, con métodos cuantitativos...
En el fondo de todo me parece a mi que subyace un problema... la Universidad no ha digerido que la pinzaran en el postgrado MIR en su día y se quedara solo con el postgrado doctoral... a pesar de que en el MIR está presente el Ministerio de Educación, que no solo es quien expide el título sino que gestiona la prueba en comandita con el Ministerio de Sanidad, están presentes las facultades de Medicina en la Comisión Calificadora... los hospitales que dan la formación MIR se han convertido, en buena parte, en universitarios, y muchos de sus jefes de servicio han sido acreditados como profesores de las facultades de Medicina... además de alimentar, por encargo, unos y otros, el banco de preguntas MIR...
Supongamos que del debate que se plantea se llega a la conclusión afirmativa sobre la toxicidad del examen MIR que los autores proclaman, supongamos que la conclusión de ese debate es la realización de una nueva prueba que sustituya a la actual con la pretensión de que no sea tóxica para las facultades...
¿Sería garantía de no toxicidad que el examen dejara de gestionarlo Sanidad y Educación para pasar a gestionarlo la Universidad, es decir las facultades de Medicina?
¿Cuándo se realizaría la prueba, inmediatamente a terminar sexto, y así os quitáis de en medio de un plumazo a las academias y un año de preparación?, ¿entonces sería obligatorio presentarse a la misma el año de graduación, o los graduados podrían decidir cuando se presentan?
¿Terminaría la nueva prueba con la libre concurrencia y se materializaría el continuo perfecto grado-postgrado?, ¿cómo, cuando y quién decidiría la especialidad que haría cada uno de los alumnos y donde hacerla?, ¿sería obligatorio cursar la especialidad decidida?
¿Sería suficiente, con el quítate tu para ponerme yo, para eliminar esa influencia tóxica?
¿Quién gestionaría la formación especializada posterior al examen, solo los hospitales Clínicos anejos a las facultades, o acaso por no ser suficientes serían también el resto de hospitales acreditados del SNS?, ¿de quién dependerían esos hospitales, de la Universidad?
¿Quién velaría por los programas formativos, las Sociedades Médicas o la Universidad?
¿Quién gestionaría la expedición de los títulos de especialista?, ¿se integraría el doctorado y el título de especialista en un solo título o se obtendrían los dos a la vez?
¿Quién pagaría los salarios durante la residencia, o acaso como la formación la daría la Universidad habría que pagar matrícula en lugar de recibir salario como en las Escuelas que gestionan hoy diferentes universidades para tres de las especialidades MIR?
Me dejo más preguntas en el tintero... pero tal vez sean suficientes con las formuladas...
El continuo grado-postgrado, cardo sobre el que gira la paradoja del MIR, por asentarse sobre un cerrojo de entrada al grado universitario, el numerus clausus, y un grifo de libre concurrencia como entrada al examen MIR que no gestionan las universidades, no tiene una garantía real para perfeccionar esa continuidad, como no la tiene el derecho constitucional de todos a una vivienda digna, y me temo que no se soluciona de la manera propuesta por los autores del trabajo citado, que supondría de entrada poner patas arriba todo el edificio normativo y de gestión que funciona desde su creación...
Pero no está mal para comenzar el debate...
Desde luego quien esto escribe, aparte de las propuestas de mejora del examen realizadas más arriba, no tiene una solución para resolver la paradoja del MIR, más allá de "Reglas claras y que cada uno cumpla su faena" para que el examen MIR sea lo menos tóxico posible. Solo veo posibles dentro del marco actual las modulaciones implementadas, tras el estudio de la distribución de resultados, para tratar de acercarse a una satisfacción teórica del continuo grado-postgrado...
Magistral entrada (como siempre), no queda decir más que.... Reglas claras y cada uno a su faena...
ResponderEliminarEnhorabuena.
Gracias, pero cada día que pasa me da más pampurrias hacer lo que hago, o mejor dicho tener que hacer lo que hago...
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