Al hilo de algunos de los trabajos publicados sobre el MIR:
El tiempo transcurrido desde la terminación de la licenciatura, la correlación existente entre el baremo académico y el resultado, el número de combinaciones posibles y probables entre válidas y erróneas para obtener unas netas determinadas, añadidos a una buena preparación, determinan en gran medida el resultado del examen y su distribución, incluso si se desagregara el baremo académico en las notas que lo componen todavía sería mayor la correlación, ya que los aprobados y notables altos quedan enmascarados con el sistema actual de baremar.
La justificación del examen MIR se apoya en las mismas razones históricas que se apoyaron las reválidas de cuarto y de sexto, del preuniversitario y hoy la selectividad, todas ellas pruebas de libre concurrencia, que buscan la comprobación uniforme de los conocimientos adquiridos durante un proceso de formación mediante un examen, y no solamente mediante los baremos académicos de cada alumno (bachillerato y/o licenciatura), incluso aunque fuesen ponderados mediante una fórmula matemática por las notas medias, nacional y del centro educativo de origen (actualmente no se ponderan aunque podría y debería de hacerse)
Necesitamos sentir que existe una prueba que nos iguala, se desconfía de los centros de formación de origen, todos se quedan tranquilos teniendo que pasar por un filtro más o menos objetivo que igualando el examen, revalide y/o uniforme lo estudiado y calificado previamente, y ello aunque se demuestre que los resultados de esas pruebas se correlacionan con los resultados de los estudios que se trata de revalidar y/o uniformar.
Todo para establecer un orden que permita elegir, carrera en el caso de la selectividad o especialidad en el caso del MIR, y ello curiosamente después de haber obtenido el correspondiente título habilitador de parte del Ministerio de Educación donde aparece la nota de evaluación, por supuesto sin ponderar.
Todo para establecer un orden que permita elegir, carrera en el caso de la selectividad o especialidad en el caso del MIR, y ello curiosamente después de haber obtenido el correspondiente título habilitador de parte del Ministerio de Educación donde aparece la nota de evaluación, por supuesto sin ponderar.
¿Sería beneficioso para el sistema educativo y para el propio país, si se premiara el esfuerzo y la capacidad, durante el bachillerato y la universidad, valorando las notas obtenidas, no solo en el título, sino posteriormente en las pruebas de acceso a las que haya de presentarse?
Lo curioso es que esas notas de la selectividad, en las que sí se pondera la nota de bachiller como peso en la prueba, no se ponderan con las correspondientes notas medias nacionales y de colegio o instituto de origen, a pesar de poder solicitar plaza en uno u otro distrito universitario del país, y de que en cada uno de ellos las pruebas son diferentes. Igualmente tampoco se ponderan en el MIR siendo como son pruebas de libre concurrencia.
La preparación del examen MIR consiste en vencer al baremo académico de cada cual, a lo que representa el baremo académico, a la correlación estandar entre baremo y resultado, se trata de que la desviación típica del resultado del examen, medida respecto del valor correspondiente de la correlación estandar baremo/resultado, sea positiva y cuanto mayor mejor, en eso consiste la preparación del MIR.
Eso es lo que justifica consumir un año de preparación y para ello se trata de ponerse en buena posición en la parrilla de salida, y como el tiempo de preparación es limitado se hace un precalentamiento durante sexto, luego se trata de guardar las distancias y si se puede, ganar terreno poco a poco, para estar en mejor posición que la que nos correspondería por el baremo al final de la prueba.
Eso es lo que justifica consumir un año de preparación y para ello se trata de ponerse en buena posición en la parrilla de salida, y como el tiempo de preparación es limitado se hace un precalentamiento durante sexto, luego se trata de guardar las distancias y si se puede, ganar terreno poco a poco, para estar en mejor posición que la que nos correspondería por el baremo al final de la prueba.
El tiempo para preparar el examen es muy limitado, de ahí que se haya desarrollado toda una metodología propia para llegar al final, la MIRicina. Un conjunto de técnicas, tácticas y estrategias para rentabilizar el tiempo de preparación, para optimizar el resultado.
Solo una actitud firme, un método adecuado, un entrenamiento sistemático de contestación de las preguntas tipo test, una táctica y estrategia para compilar y relacionar en el cerebro, sintéticamente, lo que más se pregunta, pueden ayudar a vencer al baremo académico y lo que significa, en suma, dar ventaja en la posición final por la eficiencia de la preparación rentabilizando el tiempo. Esos vencimientos del baremo académico son perfectamente medibles y alcanzan solo a una parte de la población.
En esto ha derivado la prueba MIR, un sistema de ordenación para la elección de plaza de formación especializada que garantiza la paz social entre los aspirantes, incluso son muchos los que piden que desaparezca el baremo académico en la misma, aún habiendo bajado su peso del 25% al 10% en la convocatoria pasada MIR 2010 y todo ello en la creencia de que así tendrán más oportunidades.
Lo más curioso del caso es que, aún habiendo reducido su peso, el baremo académico en el MIR ha de mantenerse, al menos, como un instrumento de desempate entre resultados iguales de examen, que son mayores cuanto más centrado es el resultado del mismo (incluso más de treinta en el centro de la distribución)
En eso ha quedado el baremo MIR y no en un sistema de premiar la capacidad y el esfuerzo realizado durante la licenciatura.
Solo una actitud firme, un método adecuado, un entrenamiento sistemático de contestación de las preguntas tipo test, una táctica y estrategia para compilar y relacionar en el cerebro, sintéticamente, lo que más se pregunta, pueden ayudar a vencer al baremo académico y lo que significa, en suma, dar ventaja en la posición final por la eficiencia de la preparación rentabilizando el tiempo. Esos vencimientos del baremo académico son perfectamente medibles y alcanzan solo a una parte de la población.
En esto ha derivado la prueba MIR, un sistema de ordenación para la elección de plaza de formación especializada que garantiza la paz social entre los aspirantes, incluso son muchos los que piden que desaparezca el baremo académico en la misma, aún habiendo bajado su peso del 25% al 10% en la convocatoria pasada MIR 2010 y todo ello en la creencia de que así tendrán más oportunidades.
Lo más curioso del caso es que, aún habiendo reducido su peso, el baremo académico en el MIR ha de mantenerse, al menos, como un instrumento de desempate entre resultados iguales de examen, que son mayores cuanto más centrado es el resultado del mismo (incluso más de treinta en el centro de la distribución)
En eso ha quedado el baremo MIR y no en un sistema de premiar la capacidad y el esfuerzo realizado durante la licenciatura.
Touché!!
ResponderEliminarAnte todo decir que yo me encuentro actualmente preparándome para el examen MIR.
ResponderEliminarEs cierto que quizás es injusto que apenas se valore el esfuerzo realizado durante 6 años y que luego todo tu futuro dependa de la suerte de un solo día, pero hay que tener en cuenta que, por ejemplo, mucha gente se va de erasmus, y mientras tú estás esforzándote para sacar un aprobado, ellos vienen con un pleno de sobresalientes sin apenas haber estudiado. Sin embargo, cuando se ponen delante de esas asignaturas para preparárselas para el MIR, no tienen base ninguna, y ahí viene la ventaja de haber estudiado más o menos, aunque quizás no te lo tengan en cuenta con el baremo.
"Nunca llueve a gusto de todos", como se suele decir, pero en mi opinión, una prueba a la que todos se enfrentan en las mismas condiciones es la forma más justa de decidir tu futuro.
Nunca será justo que el 90% de la nota se te valore en un único día. Durante la carrera puede que un examen te salga mal por cualquier razón, pero eso será de sobra compensado después de 6 años y decenas de exámenes más.
ResponderEliminarYa sé que los que tienen notas más bajitas defiendan que no se debe tener en cuenta, pero sé que incluso ellos saben que eso no es justo.
No puede ser que una persona que ha sacado todo matrículas quede por debajo de uno que se estuvo tocando las pelotillas durante toda la carrera solo porque el primero haya tenido la mala suerte de que se le murió un familiar la semana anterior al BIR o porque rompiera la novia varios días antes.
Yo no solo no bajaría la importancia del expediente académico, sino que la aumentaría. El esfuerzo de los seis años de carrera debe valorarse, porque en caso contrario no valdrá la pena sacrificarse por sacar una buena nota y todos nuestros médicos acabarán licenciándose con todo suficientes. Yo mismo habría renunciado a sacar nota en muchas asignaturas si llego a saber que la importancia del expediente iba a bajar.
La reflexión debería centrarse en los enchufes. Con el examen MIR se elimina la posible influencia de unas notas hinchadas por ser hijo de médico, como todos sabemos que ya ocurre en la carrera.
ResponderEliminarPlanteo una reflexión alternativa:
-¿Preferimos que los nuevos médicos tengan el mismo apellido que sus antepasados o preferimos que todos tengan las mismas oportunidades y dificultades para conseguir la especialidad y la plaza?
Si el estudiante es inteligente y se esfuerza dará lo mismo el tipo de MIR que se establezca.
Si el estudiante es un torpe, entonces solo se beneficia de un aumento del peso de la nota del expediente por méritos de sus predecesores.